martes, noviembre 22, 2005

Hombres contra el maltrato

Otra forma de ser hombre es posible”. Ésta es la bandera que enarbola la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género (AHIGE). Según este colectivo, lo más inmediato para luchar contra la discriminación de la mujer es apoyar a los hombres en su cambio. “Los hombres no podemos mirar hacia otro lado como si la violencia de género no fuera con nosotros”, asegura Antonio García, presidente de la asociación.

Los miembros de este colectivo defienden "un modelo de masculinidad basado en la igualdad, la justicia, el respeto y la solidaridad", convencidos de que la igualdad real de la mujer no es posible sin una revolución masculina. Tal revolución exige que el hombre se acepte a sí mismo como un ser sensible, afectivo y vulnerable, primer paso para empezar a cuestionarse los estereotipos sociales y culturales vigentes.

"Hemos heredado de nuestros padres el modelo del hombre tradicional, basado en ideas de fuerza, poder y competitividad; el hombre líder que tiene que tener éxito, dirigir, mandar…", explica García. "La fuerza es el eje central que articula todo el modelo. Tenemos la obligación de aparecer siempre fuertes ante todo el mundo. Somos esclavos de esa idea y no hemos sido capaces de construir un modelo alternativo de masculinidad".

El movimiento de hombres por la igualdad empezó a dar sus primeros pasos en los años 70 en los países nórdicos y en EEUU, fundamentalmente en California. En España, los primeros grupos masculinos de reflexión, con ideologías muy diversas, se formaron en Valencia y en Sevilla en 1985. AHIGE nació en mayo de 2001, ante la inquietud de un grupo de hombres interesados en debatir y analizar cuestiones sobre el género y su influencia en la vida cotidiana.

Tres son los principios básicos que rigen su lucha por la igualdad: ser pro-masculino (creer que el hombre puede cambiar y apoyar ese cambio), ser pro-homosexual (comprometerse contra la homofobia y la opresión de los homosexuales) y ser pro-femenista (luchar contra el sexismo y la discriminación por motivos de género).

AHIGE vive de las cuotas asociación, subvenciones y actividades profesionales propias de formación (talleres de plancha, costura, cocina, seminarios sobre masculinidad, relaciones entre géneros, autoestima para hombres, prevención de la violencia…). El perfil de sus más de cien asociados se corresponde con individuos de unos 30 años, la mayoría con estudios y un nivel sociocultural medio-alto. "Nos une un proceso de autocuestionamiento personal de muchas cosas, empezando por nosotros mismos", explica el presidente de la asociación, que es trabajador social, está casado y es padre de un hijo.

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