lunes, noviembre 21, 2005

Cada 18 segundos una mujer es maltratada

Cada 18 segundos una mujer es maltratada en el mundo, según datos de Naciones Unidas. Y al menos una de cada cinco es víctima de malos tratos en su propio hogar, según la OMS. En pleno siglo XXI, no hay ni un solo país en el que hombres y mujeres tengan el mismo estatus ni las mismas oportunidades. Tal desigualdad es el principal escollo para erradicar la violencia de género.

Ya en 1981, la ONU advertía de que "la discriminación contra la mujer viola los principios de la igualdad de derechos y del respeto de la dignidad humana"; en la declaración de Pekín (1993) se calificaba la violencia de género como una importante "violación de los derechos humanos"; más recientemente, en 2002, el Consejo Europeo declaraba la violencia doméstica como un "mal endémico", al ser la principal causa de muerte entre las mujeres de 16 a 44 años.

Sólo en España, 56 mujeres han sido asesinadas en lo que va de año por sus parejas o ex parejas -el caso más reciente, el pasado sábado, en Tarragona, apenas una semana después de que se produjeran tres muertes en un solo día-. Y hay muchas más que son agredidas día tras día física y/o psicológicamente en la intimidad de su hogar. Pero más allá de la violencia en el ámbito doméstico, están las agresiones que sufren las mujeres por el simple hecho de serlo. Todo se engloba dentro de la denominada "violencia de género", término incorrecto, según la Real Academia de la Lengua -que llegó a recomendar el uso de "violencia sexista o de sexo"-, pero que ha 'calado' tanto en la sociedad española en los últimos años que ha dado nombre a la propia ley destinada a combatirla. La Red de Organizaciones Feministas contabiliza hasta el momento 72 mujeres asesinadas en 2005 en nuestro país.

Muchas son las causas que citan los expertos para explicar la violencia doméstica y de género, pero hay una que se impone sobre las demás: la desigualdad real que aún existe entre hombres y mujeres en un mundo que sigue siendo machista. No es tarea fácil erradicar los estereotipos culturales y sociales heredados del tradicional modelo patriarcal que vinculan la hombre con la idea de la fuerza y a la mujer con la de la sumisión. Tampoco ha sido fácil llegar al grado de concienciación social que existe hoy. Hasta hace relativamente poco, la violencia en el ámbito de la pareja se entendía como un problema de puertas adentro en el que nadie se debía inmiscuir. Hoy, gran parte de la sociedad es consciente que no se puede ni se debe mirar hacia otro lado.

Resto del artículo en El Mundo

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