lunes, diciembre 28, 2009

Maltratadas bajo sospecha

La violencia machista no entiende de clases sociales ni poder económico. Es una trampa sentimental en la que caen mujeres de todos los ámbitos. También las profesionales cualificadas -médicas, profesoras, abogadas- que sufren una doble incomprensión. "Cuando denuncié, mi ex pareja se dedicó a minar mi relato y credibilidad en los juzgados porque yo no encajaba con el perfil de maltratada", cuenta Marisa (nombre ficticio de una profesional de éxito). "Ha sido amargo, durísimo", continúa. "Primero te preguntas: 'A mí, con mi independencia, mis estudios, mis recursos económicos, mi puesto de responsabilidad, ¿cómo me ha podido pasar esto?'. Te avergüenzas y tiendes a ocultarlo". Luego, la incredulidad se instala en la sala de vistas.

El caso de Marisa no es único. En el quinto aniversario de la aprobación de la Ley de Violencia de Género, los expertos, sin cifras en la mano, sitúan el porcentaje de mujeres con estudios universitarios entre el 5% y el 10% del total de denuncias por violencia machista (142.125 sólo en 2008), y alertan de que los casos van a más. Las mujeres maltratadas que triunfan en lo profesional se topan, en ocasiones, con jueces y fiscales con mucha prevención ante el relato del infierno que viven en casa. Les resulta chocante que hayan podido consentir abusos y malos tratos con el prestigio que atesoran.

El último ejemplo lo ha protagonizado recientemente en Sevilla la jefa policial del servicio de atención a las víctimas. Un juzgado le dio la razón tras cinco años de proceso y ha condenado a dos años y tres meses de cárcel a su ex pareja, también policía. Pero no fue precisamente un camino de rosas y en el juicio oral el médico forense llegó a reconocer que le había restado credibilidad a sus lesiones porque en el juzgado de instrucción le habían comentado que su testimonio no era certero.

Los casos de discriminación, coinciden las fuentes consultadas, afloran cada cierto tiempo porque los prejuicios están muy arraigados. Hace dos años un juez de Valladolid pretendió archivar una denuncia al estimar "sorprendente" que una mujer con alto nivel de formación y capacidad fuera capaz de soportar durante años "esos supuestos desprecios y humillaciones sin poner remedio a esa situación".

Juan Ignacio Paz, psicólogo especialista en violencia de género, desgrana esta paradoja de víctimas de prestigio: "El ataque no es a la inteligencia, sino emocional, y cualquier mujer puede estar baja emocionalmente. No hay perfiles previos. Ella pone el valor de mantener la pareja por encima de su autoestima, intereses y dignidad. Y eso la mete en una espiral de dominio, abuso o violencia". Paz asegura que estas mujeres padecen esta dificultad añadida para hacer creíble su relato frente a jueces y fiscales porque aún permanece el mito de que la víctima es una mujer de bajos recursos. "Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio, decía Albert Einstein, y se nota a diario", recuerda.

¿Hasta qué punto están extendidas esas ideas preconcebidas que perjudican a ciertas víctimas? En un solo proceso, una mujer puede lidiar con tres jueces, dos fiscales y varios oficiales que pueden influir en la credibilidad otorgada a su testimonio. A veces resulta complejo que nadie se vea influido por la imagen social de la víctima de bajos recursos, y la mujer con poder económico contradice ciertos códigos. Además, es más habitual la violencia psicológica que la física, con la dificultad añadida que esto acarrea. "Deberíamos estudiar la violencia psicológica a fondo en asignaturas obligatorias de Medicina, Psicología, Derecho y Magisterio. Ahora estudiamos cuatro detalles y el negacionismo está haciendo bastante daño", critica la abogada especializada Amparo Díaz.

El mes pasado el Consejo General del Poder Judicial rompió ese último mito al analizar 530 sentencias y encontrar sólo una susceptible de esconder una denuncia falsa.

"Aún se identifica maltrato con personas sin formación y con las lesiones. Pero también influye el problema de la prueba: cómo probar el maltrato psicológico pese a los estudios de psicólogos es otra clave", expone la presidenta del Observatorio contra la Violencia de Género, Inmaculada Montalbán.

Aún queda mucho camino que recorrer para atajar este problema. Sólo a partir del próximo enero cualquier juez que opte a dirigir un juzgado de Violencia de Género estará obligado a recibir formación para poder analizar esta lacra con lupa.

Fuente El País

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