El grueso de las denuncias por violencia machista se produce en las
grandes ciudades. Es lógico porque el número de habitantes es mayor.
Pero existe otro factor: el miedo al qué dirán los vecinos.
Desde la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur), su
presidenta, Teresa Sevillano, explica que a las mujeres que viven en
pequeñas localidades les cuesta "mucho más" decidirse a denunciar ya que
"todos se conocen y las relaciones con la víctima y las familias son
directas". Un hecho que provoca que sufran "mayor verguenza".
La
directora del Instituto Aragonés de la Mujer (IAM), Pilar Argente,
señala la existencia de "prejuicios sociales y culturales" como factor
de riesgo. El Gobierno de Aragón, mediante un convenio con las comarcas,
facilita los servicios de información, de asesoramiento y de atención
psicológica y jurídica.
Desde Fademur apuntan que los recursos
no llegan igual y que, además, los desconocen. "Una de cada 10 mujeres
del mundo rural no sabe que existen sitios donde pedir ayuda", lamenta
Sevillano.
Entre otros servicios, dice, no hay casas de acogida.
"Es impensable, primero económicamente y segundo, no creo que una mujer
deje su pueblo para irse a la cabecera de comarca a un hogar porque la
idea de estas viviendas es el anonimato y aquí eso es complicado".
La presidenta de Fademur ve complicado lograr ya no solo erradicar la
violencia de género, sino lograr que las mujeres den el paso a
denunciar. "Hace falta más información y un cambio, son gente mayor y lo
ven como algo dentro de la normalidad, forma parte de su educación".
El IAM se ha marcado como meta formar a las asociaciones de mujeres
para que se conviertan en un referente y logre romper este silencio del
mundo rural.
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