El juicio por el doble crimen cometido Fuentes de Ebro el 20 de marzo del 2004 terminó ayer a puerta cerrada en la Audiencia de Zaragoza después de que familiares de las víctimas agredieran al acusado, David Morado, y a los dos guardias civiles que le vigilaban. Una persona fue detenida por estos hechos.
El ministerio fiscal solicitó penas por un total de 42 años de cárcel para el procesado, que en la citada fecha mató de 24 puñaladas a su pareja, Esmeralda Clavería, y a la madre de ésta, Rosa Bazán.
La agresión se produjo durante un descanso de la vista, cuando el procesado era conducido por los pasillos a la sección de detenidos y fue atacado por varios familiares de las víctimas, que también golpearon a la pareja de guardias civiles que le custodiaba, uno de los cuales cayó al suelo.
Efectivos del Cuerpo Nacional de Policía se desplazaron a la Audiencia, cuyo presidente ordenó desalojar a los familiares, mientras era detenido el autor material de la agresión al procesado, identificado como Juan F. H., de 27 años, quien fue asistido de una herida en la cabeza, ya que los agentes de servicio tuvieron que utilizar sus defensas. El juicio continuó a puerta cerrada.
Durante la vista oral, el acusado se remitió en todo momento a las declaraciones prestadas en su día ante la Guardia Civil y en el Juzgado de Guardia, en las que confesó la autoría de los crímenes.
Tan sólo manifestó que en los días anteriores había mantenido frecuentes contactos telefónicos y directos con su compañera, y que existían fundadas esperanzas de reanudar la convivencia, "e incluso de tener otro zagal".
TESTIMONIOS Según los testimonios presentados en el juicio, David y Esmeralda habían vivido como pareja varios meses y tenían una niña de tres. Una semana antes de los hechos, la joven se había refugiado en la casa de sus padres, "porque había cogido miedo a su compañero, que era muy celoso", explicaron dos testigos. Ambas conocían estos detalles por habérselos relatado Rosa.
El día de los hechos, David visitó la casa de sus suegros, donde estuvo dos horas sin que se produjeran incidentes, e incluso dio el biberón a su hija. En un momento determinado, dijo a la hermana de su compañera, de 11 años, que saliera del salón donde se encontraban y, con una navaja de 10 centímetros de hoja, apuñaló repetidamente a Esmeralda, así como a la madre de ésta, que sufrió dos puñaladas en el cuello cuando intentó defender a su hija.
Alertados los vecinos de las víctimas, se avisó a la Guardia Civil y los agentes desplazados al lugar encontraron a Rosa muerta en el descansillo de la casa, mientras el personal de una uvimóvil intentaba infructuosamente a Esmeralda, que había recibido "heridas mortales de necesidad". El agresor fue hallado en la cocina de la vivienda, tumbado en el suelo en posición decúbito prono y con una puñalada en el pecho que él mismo se había asestado.
Con posterioridad, el acusado confesó la autoría del crimen e incluso negó que estuviera bajo la influencia de bebidas alcohólicas, ya que sólo había tomado un carajillo antes de llegar a casa de sus suegros, algo que era habitual en él.
El ministerio fiscal mantuvo sus peticiones de condena que suman 42 años por el asesinato de su pareja, el homicidio de su suegra y las lesiones graves que causó a su cuñada de 11 años, a la que también asestó una puñalada en una mano. El letrado de la acusación particular, Antonio Torrús, elevó sus peticiones a 50 años de prisión, por dos asesinatos y un delito de lesiones, mientras que el abogado de la defensa, Alfonso Bayo, solicitó la absolución.
Fuente El Periódico de Aragón
El ministerio fiscal solicitó penas por un total de 42 años de cárcel para el procesado, que en la citada fecha mató de 24 puñaladas a su pareja, Esmeralda Clavería, y a la madre de ésta, Rosa Bazán.
La agresión se produjo durante un descanso de la vista, cuando el procesado era conducido por los pasillos a la sección de detenidos y fue atacado por varios familiares de las víctimas, que también golpearon a la pareja de guardias civiles que le custodiaba, uno de los cuales cayó al suelo.
Efectivos del Cuerpo Nacional de Policía se desplazaron a la Audiencia, cuyo presidente ordenó desalojar a los familiares, mientras era detenido el autor material de la agresión al procesado, identificado como Juan F. H., de 27 años, quien fue asistido de una herida en la cabeza, ya que los agentes de servicio tuvieron que utilizar sus defensas. El juicio continuó a puerta cerrada.
Durante la vista oral, el acusado se remitió en todo momento a las declaraciones prestadas en su día ante la Guardia Civil y en el Juzgado de Guardia, en las que confesó la autoría de los crímenes.
Tan sólo manifestó que en los días anteriores había mantenido frecuentes contactos telefónicos y directos con su compañera, y que existían fundadas esperanzas de reanudar la convivencia, "e incluso de tener otro zagal".
TESTIMONIOS Según los testimonios presentados en el juicio, David y Esmeralda habían vivido como pareja varios meses y tenían una niña de tres. Una semana antes de los hechos, la joven se había refugiado en la casa de sus padres, "porque había cogido miedo a su compañero, que era muy celoso", explicaron dos testigos. Ambas conocían estos detalles por habérselos relatado Rosa.
El día de los hechos, David visitó la casa de sus suegros, donde estuvo dos horas sin que se produjeran incidentes, e incluso dio el biberón a su hija. En un momento determinado, dijo a la hermana de su compañera, de 11 años, que saliera del salón donde se encontraban y, con una navaja de 10 centímetros de hoja, apuñaló repetidamente a Esmeralda, así como a la madre de ésta, que sufrió dos puñaladas en el cuello cuando intentó defender a su hija.
Alertados los vecinos de las víctimas, se avisó a la Guardia Civil y los agentes desplazados al lugar encontraron a Rosa muerta en el descansillo de la casa, mientras el personal de una uvimóvil intentaba infructuosamente a Esmeralda, que había recibido "heridas mortales de necesidad". El agresor fue hallado en la cocina de la vivienda, tumbado en el suelo en posición decúbito prono y con una puñalada en el pecho que él mismo se había asestado.
Con posterioridad, el acusado confesó la autoría del crimen e incluso negó que estuviera bajo la influencia de bebidas alcohólicas, ya que sólo había tomado un carajillo antes de llegar a casa de sus suegros, algo que era habitual en él.
El ministerio fiscal mantuvo sus peticiones de condena que suman 42 años por el asesinato de su pareja, el homicidio de su suegra y las lesiones graves que causó a su cuñada de 11 años, a la que también asestó una puñalada en una mano. El letrado de la acusación particular, Antonio Torrús, elevó sus peticiones a 50 años de prisión, por dos asesinatos y un delito de lesiones, mientras que el abogado de la defensa, Alfonso Bayo, solicitó la absolución.
Fuente El Periódico de Aragón
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