"La violencia doméstica se asocia con unas consecuencias graves para la salud pública que deberían tenerse en cuenta en las políticas y programas de salud, tanto a nivel nacional como global", señalan los autores en su trabajo, que se publica en el último número de la revista 'The Lancet'.
Los autores, coordinados por Claudia García-Moreno, miembro del Departamento de Salud Reproductiva e Investigación de la OMS, llegaron a esta conclusión tras entrevistar, entre 2000 y 2003, a más de 24.000 mujeres procedentes de Bangladesh, Brasil, Etiopía, Japón, Namibia, Perú, Samoa, Serbia y Montenegro, Tailandia y Tanzania.
Las participantes, cuyas edades oscilaban entre los 15 y los 49 años respondieron a un cuestionario –que se tradujo a 14 lenguas- en el que se les preguntaba si habían sufrido algún episodio de agresión por parte de sus compañeros a lo largo de su vida.
Además, también debían responder a varios interrogantes sobre su estado de salud física (dolores, mareos, pérdida de memoria, problemas ginecológicos) y mental (estrés, pensamientos suicidas) en las cuatro semanas anteriores a la entrevista.
Los datos revelaron que, en la gran mayoría de las zonas estudiadas, las mujeres que habían sufrido en su vida algún tipo de maltrato por parte de sus parejas, manifestaban tener más problemas de salud que el resto de sus compañeras. Es más, el porcentaje de participantes que reconoció haber pensado recientemente en suicidarse – o incluso, haberlo intentado- era "significativamente más alto entre las mujeres agredidas", según explican los investigadores en su trabajo.
Esta asociación no parecía estar relacionada con diferencias en la edad, el nivel educativo o el estado civil de las participantes.
"Se trata de un problema al que hay que enfrentarse de forma multidisciplinar"
El tiempo transcurrido desde la agresión o agresiones sufridas hasta la realización de la entrevista tampoco fue un factor determinante. "En todas las zonas estudiadas, excepto en Etiopía, por lo menos un tercio de las mujeres que habían sufrido algún tipo de maltrato a lo largo de su vida, no había padecido ningún episodio de violencia en el último año. [...] Este dato sugiere que los efectos de la violencia podrían persistir mucho después de que las agresiones hubieran terminado", remarcan los autores.
Debido al diseño del trabajo –se trata de un estudio observacional- los autores no han podido demostrar una relación de causa-efecto entre los episodios de violencia y los problemas de salud. Eso sí, remarcan que los datos son suficientes para reclamar "la necesidad urgente de actuar frente a la violencia de género en las políticas sanitarias".
"Falta aún compromiso político, presupuesto y un mayor énfasis en la prevención primaria del problema, lo cual requiere intervenciones múltiples y a diferentes niveles", explica a elmundo.es García-Moreno.
Coincide con esta experta Julio Zarco, presidente de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN). "Se trata de un problema al que hay que enfrentarse de forma multidisciplinar", señala este especialista, para quien es vital la coordinación entre el área sanitaria, de justicia y de asistencia social.
El año pasado en España, un total de 126.293 mujeres denunciaron haber sido maltratadas, según datos que el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial hizo públicos ayer.
Al intentar ocultarlo la víctima puede somatizar la tensión en forma de patologías muy diversas
Sin embargo, no todas las que sufren maltrato se atreven a acudir a los tribunales. Detectar los casos ocultos y ayudarles a solucionar el problema es, para Zarco, una de las claves, pero, en la consulta médica, no siempre es fácil lograrlo. "Al intentar ocultarlo, sobre todo al principio, la víctima puede somatizar la tensión en forma de patologías muy diversas como dermatitis, intestino irritable o trastornos de ansiedad", señala este profesional.
"A veces no es sencillo de diagnosticar y, cuando hay sospechas, hay que establecer un lazo de comunicación y confianza con la paciente para ayudarla", comenta Zarco, quien lamenta que en muchas ocasiones se pierde el seguimiento de una mujer que ha sufrido maltratos porque hay lagunas de coordinación informativa entre los estamentos implicados. "A veces se consigue que la mujer acuda a la policía, pero el médico no recibe información sobre la tramitación y el seguimiento de la denuncia, por lo que muchas veces, las mismas víctimas terminan retirándola", comenta.
"Aunque sea complejo, es necesario establecer políticas compartidas", señala este experto, quien también hace especial hincapié en la importancia de las tareas preventivas y educativas.
En un comentario que acompaña al trabajo en 'The Lancet', Riyadh Lafta, de la Mustansiriya Medical School, de Bagdad (Irak), señala que es fundamental hacer un esfuerzo colectivo para conocer a fondo el problema y diseñar intervenciones de prevención efectivas. "Lamentablemente, la recopilación de información está obstaculizada por varios factores", afirma Lafta, quien recuerda que demasiadas mujeres en el mundo no se atreven a denunciar, que el abuso sexual sigue siendo un tabú en determinadas culturas o que las agresiones verbales -un modo importante de violencia de género- se desestima a menudo.
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